1 de julio de 2018

Tus zapatos

Al despertar he tenido el impulso de salir a andar en bici, sobre todo porque hoy es uno de los tantos ciclotones que no me he perdido desde hace tiempo, solo que al correr las cortinas vi que el sol estaba por salir, así que fui al baño y volví a la cama para dormir un poco más, eso de salir con el ambiente húmedo y el sol en su esplendor no es lo mío, sobre todo porque me quemo con mucha facilidad, además de que no tenía tantas ganas, de tenerlas todo me habría valido un pepino.

A medio día me he levantado de la cama, y no es porque me haya quedado todo el tiempo dormida, me lo he pasado gran parte del tiempo navegando en las redes sociales, más que nada haciendo tiempo pues David me dijo que llegaría por ahí de las 13 horas, solo que llego después de las 2.30 de la tarde, ni hablar.

Me he sentido extraña al hacerlo pasar, eso de tener gente extraña a nuestro mundo aún me incomoda, pero esta vez me aguanté, espero que los vecinos no lo hayan visto, ya vez lo chismosos que son, y aunque no hicimos nada malo no estoy para andar dando explicaciones de nada a nadie.

Traté de ser cordial con él, más que nada aplazar un poco el momento, pero no pude hacerlo por mucho tiempo, así que lo hice pasar a la recamara y comencé a mostrarle tus zapatos, vaya que me ha sorprendido la similitud que tienen en el gusto de los zapatos, hasta llegue a pensar que se reiría cuando le mostré tus tenis de cepillín, pero en lugar de eso me dijo que estaban chulos.

Fue en ese momento que no pude más, comencé a llorar y solo sentí como me abrazaba, no dijo nada, solo me abrazó y espero a que me calmara, en repetidas ocasiones me preguntó si estaba bien, a lo que le dije que lo tenia que hacer, de una manera o de otra.

Hablé mucho de ti, le conté brevemente la historia de cada par, y cuando terminaba me preguntaba si estaba segura de hacer eso, le dije que sí y también que no. Aunque creo que notó mis dudas por el todo de la voz.

También le mostré tus tesoros Alex, el par de guitarras que guardo celosamente y no sé qué hacer con ellas, me dijo que conocía a alguien que seguramente se interesaría en ellas, pero pues no se Alex.

Al final hemos metido todos los zapatos que quedaban en una enorme bolsa negra, me ha dicho que, si no le quedan a él, seguro a su hermano si, y que los zapatos de vestir los llevará con su zapatero de confianza para que los amolde ya que tiene pata de tamal.

Me ha invitado a comer, fuimos a una de las plazas cerca de la casa, aunque yo quería ir más lejos, pero como tenía que ir a otro lado preferí llevarlo ahí, he aprovechado su ausencia para lavar la ropa, ya de regreso ha pasado a la casa, se ha llevado su mochila y la enorme bolsa con tus zapatos, ni te digo lo que he sentido Alex, duele tanto.

La próxima semana será tu ropa, aunque es más grande que tu seguro le quedará algo.

No puedo más Alex… ven ya por mi… TE AMO.

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