10 de mayo de 2018

La compra del ahijado

La alarma sonó a la misma hora que siempre, creo que deberían hacer alarmas que no suenen en días festivos, pero bueno, quizá sea algo que pudiera programar yo, en fin, a las 7.30 de la mañana la apague y traté de seguir dormida más tiempo, pero no pude Alex, más que nada porque a las 8 de la mañana me levanté y quité el cerrojo de la puerta principal, pensando que tu hermana vaya a entrar o tus sobrinos, solo que no lo hicieron, al menos no en el tiempo que estuve en casa, preparándome para ponerme en camino hacia casa de mamá.

Y como bien prefije, iba cual señora verdulera, con un bulto casi del tamaño de Azul, pero bueno, era más que nada el bulto pues el peso si podía cargarlo sin problemas. Por suerte me toco un policía en la entrada del metrobus que me permitió entrar por donde lo hacen los viejitos, de hecho, ni siquiera pagué pasaje, así que pude irme sin problemas.

Subiendo el puente que me sentí un poco insegura, sobre todo porque se me acercó un chico, tatuado y oliendo un poco a solvente, ofreciéndome su ayuda, cosa que agradecí de la mejor manera, pero rechacé ya que en cuestión de segundos me lo imaginé corriendo con el bulto y yo tras de el tratando de detenerlo, cosas que uno piensa en esa situación.

He tomado 2 peseras, las mimas que últimamente tomo cuando le llevo muchas cosas a mamá. Cuando abrió la puerta se emocionó por verme, aunque creo fue más por el cubre colchón que pusimos en su cama en cuanto pudimos, estaba muy emocionada, espero que lo disfrute y pueda descansar mejor, que buena falta le hace.

Después la acompañe al rodante, compramos un poco de fruta y verduras en algunos puestos para luego volver a su casa, despedirme de ella y retomar camino a casa pues había quedado formalmente de comer con el Ing. Harper, y aunque fue muy buena su intención, la comida que llevó no estuvo del todo buena, creo que porque la comimos ya tarde y todo estaba medio frío, pero aún así agradecí la atención.

Pase un rato en su departamento, charlando un poco y escuchando sus historias, me preocupa que por más que intento no logro disminuir sus dolores, si en esta vida pagamos todo lo que hacemos, que habrá hecho él para padecer ahora tanto?

Vuelvo a casa a tiempo para acompañar al ahijado al centro comercial, desde la tarde me estuvo mandando mensajes para que lo acompañara, así que en cuanto estuve cerca le mandé mensaje, solo deje mi mochila en casa y saqué un paraguas para irnos, pues comenzaba a llover.

De camino me ha dicho que quiere comprarle una pila a su novia, una niña de la cual su mamá está muy celosa, como lo está el de cualquier hombre que intente acercarse a ella, el problema ha sido que apenas llegamos al centro comercial y buscamos el lugar donde iba a comprar la pila, lo encontramos cerrado, así que fuimos a otro lado, donde por supuesto estaba más caro y apenas noté su decepción le comenté al responsable si podía dejarlo más económico, en si solo fueron 11 pesos menos.

Ternura me dio al ver la cara apenada del ahijado cuando saco puras monedas, creo que desfalco su alcancía para comprarle eso a su novia, mientras lo veía batallar buscando las monedas, pude imaginar tu cara Alex, estoy casi segura de que habrías pagado la pila con tu tarjeta y tomado las monedas del ahijado para meterlas en la bolsa de tu pantalón.

Y para tener una coartada sin sospechas, fuimos a la tienda y compre unas galletas y aproveché para llevarme los refrescos sabor vainilla, ahí fue donde nos agarro la lluvia y tuvimos que perder el tiempo en la tienda, ahí descubrí que el ahijado tiene el mismo hueco que yo Alex, el anhelo de un padre, y aunque su mamá le dijo que ella no había tenido, cosa que es mentira pero eso es entrar en detalles escabrosos, le mencioné que también a mi me ha hecho falta algo así.

Es ahí, donde una vez más, sentí el peso de ese hueco, lo que habría dado por tener esa figura en mi vida, aunque si me dieran a escoger, preferiría tenerte a mi lado que, a un padre, lo siento, pero así es Alex, me haces más falta tú que él.

Ya de regreso pasamos a dejar mis cosas y luego lo lleve a su casa, lo chistoso es que poco tiempo después, ya en casa y sola, la comadre trató de averiguar que había comprado su hijo, por supuesto que lo he tapado, como buena madrina, y hasta le mande una foto de las galletas y refrescos que compré yo.

Te das cuenta de que no solo a mi le haces falta, serías una estupenda figura paternal para el ahijado.

Alex… cuando vendrás por mí?... TE AMO.

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