20 de enero de 2013

El hígado encebollado

Un domingo más, un domingo en el cual me despierto temprano, tomo mis cosas y voy por tu mamá para irnos al panteón juntas, un domingo en el cual de regreso pasamos a la Quiroga y compramos algo de fruta, con la diferencia de que esta vez fue la señora de la comida y nos dejo pollo, ya no es como antes que nos preparaban los tacos ahí, ahora ya llevan la comida para entregar.

Como Cecilia no traía cambio yo pague la comida, me dijo que me daría el dinero en la casa así que me abstuve de comprar fruta, olvide llevar mas dinero, aunque casi al final ha sido tu mamá quien me dio el dinero y pude comprar fruta, unas granadas chinas y duraznos, le lleve un kilo a mi mamá para no llegar a su casa con las manos vacías.

Mamá me ha sorprendido al llegar a su casa, pues me invitó a almorzar hígado encebollado, comí un poco pues me llené muy rápido, el resto lo he traído a la casa Alex, ese platillo me trajo recuerdos de mi niñez, antes mamá me lo preparaba seguido, no se si porque tiene vitaminas o resulta ser un platillo barato.

Curiosamente dentro de mis viejos recuerdos has aparecido, desde que te conocí deje de comerlo pues a ti te da asco, aunque a mi también me daba asco la pancita pero no por eso tu dejaste de comerla, aunque no era con tanta regularidad como antes.

Cuantas cosas dejamos de hacer por el bienestar del otro Alex?, he perdido la cuenta y es ahora cuando me doy cuenta que nos acoplamos perfectamente y ahora me siento como una pieza la cual no encaja por ninguna parte, me siento tan sola Alex.

He regresado a casa y limpié un poco, solo un poco de desorden en el refrigerador, de lo demás se encargará la ratita cuando venga, si es que viene la señora. Coloque la fruta en el frutero y me he recostado a mirar televisión, por la tarde-noche me he terminado los restos del hígado encebollado que he traído.

Te extraño tanto Alex.

Alex... ven ya por mi... aquí espero... TE AMO.

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