22 de abril de 2018

Hablando de Mérida

Ni que te digo de cómo explicarte la manera que he despertado Alex, entre los ronquidos de la mamá de Belén, los de ella y quizá hasta los míos, no he podido descansar del todo, pero traté de hacerlo lo mejor posible, así que en cuanto me levanté pude ponerme el pantalón y alistarme para bajar y acoplarme a los planes de Belén.

Lo primero que hicimos fue ir al mercado para comprar tamales, atole y pan, aproveché para probar un nuevo sabor de atole, esta vez ha sido de pinole, aunque me dijeron otro nombre que en si no recuerdo del todo, finalmente me supo muy masudo y dudo que lo vuelva a tomar, lo mismo que el tamal, creo que para futuras ocasiones pediré una taza con café y un pan, en cambio los demás si que desayunaron pesado.

De ahí estuve un poco sin nada que hacer, solo le di una mano a David pues estaba revisando su llanta trasera, que con ayuda de su suegro y cuñado quedó al tiro, el problema fue que al probarla se escuchó un ruidito en la parte trasera, ya cuando le dio una vuelta con uno de los primos de Belén se dieron cuenta que estaban medio mal los baleros, así que fuimos a buscarlos, pero como no llevaban la muestra pues no pudieron comprarlos.

A mediodía, mientras la mamá de Belén iba a misa, nos pusimos a medio limpiar la cocina, pero tranquilas, mientras Belén guardaba los platos me puse a lavar los que estaban sucios, hasta que llego una de sus tías y me dijo que ella continuaba, así que me hice a un lado y la dejé, como no nos veía Belén y yo nos reímos un poco pues ambas sabíamos que apenas estaba comenzando, mientras ella los lavaba aproveché para comerme un tlacoyo con nopalitos, muy ricos por cierto.

Tiempo después me puse a charlar con la cuñada de Belén, una yuca muy agradable quien me ha invitado a pasar una temporada en Mérida, puedes creerlo, me preguntó donde estuve y medio recordé donde estaba ubicada la casa de Gaby, pero no supe darle más señas, ella en cambio me dijo que vive muy cerca de Paseo Montejo, ni que decirte de como me sentí Alex, el simple hecho de escucharla hablar, su acento, lo que me dijo, lo amable que fue y la de veces que me invitó a ir, que casi me suelto a llorar, varias veces me mordí la lengua y tuve que mirar a otro lado cuando recordé lo que vivimos ahí Alex, juntos tu y yo. Quizá le tome la palabra y vaya, no lo sé Alex.

Por ahí de las 6 de la tarde me despedí de todos, me dieron un poco de itacate y me vine a la casa, terminé con unos ricos tlacoyitos, huevos y un litro de horchata casera, quise pedirle nopalitos, pero me dio pena Alex, además de que iba mucha gente a comer y ya casi no quedaba carne, creo que estuvo bien así.

El problema fue que me toco lluvia, y el trayecto a casa estuve cuidando muchísimo los huevos, hasta caminé bajo la lluvia pues mamá me estuvo llamando constantemente durante el día y eso me pone de malas, siento que me tiene fiscalizada y hasta trató de chantajearme usando su tonito de voz, pero no me dejé Alex, bueno un poco pues en la 3era o 4ta llamada preferí volver a casa y dejar para otro día la ida al cine.

Termino lavando mi ropa sucia, deseando que estés a mi lado y planear otro viaje a Mérida, te gustaría ir?

Alex… ven ya por mi… no puedo más… TE AMO.

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